Month: octubre 2015
HOY HA AMANECIDO EL DUQUE REPLETO DE CALABAZAS DE HALLOWEEN, PERO ¿SABES CÓMO SE LLAMA ESA CALABAZA?
Cuando los irlandeses llegaron a EE.UU. e trodujeron la fiesta de la Noche de las Brujas, también se llevaron consigo lo que sería el símbolo más famoso de la noche de Halloween: la Jack-o-lantern (la calabaza hueca con una vela dentro).
Esta tradición viene de una leyenda irlandesa: Por lo que se cree había en ese pueblo un tal Jack que era la persona más mala imaginable – el mal en persona- y cuando se muere se le prohibe la entrada tanto al Cielo como al Infierno.
Desde entonces es condenado a vagar por el mundo buscando una entrada a uno de los dos sitios con la única ayuda de una col con una vela dentro. Los irlandeses americanos cambiaron la col por la calabaza
Fotos de las calabazas de los chicos del Duque
¿POR QUÉ SE LLAMA HALLOWEEN?
Hace unos 3000 años, los celtas celebraban su fin de año el 31 de octubre, y creían que los muertos regresaban esa noche a apoderarse del alma de los vivos. Para que pasaran de largo, los vecinos colgaban huesos, calaveras, y dejaban comida (en gran mayoría dulces) en sus puertas.
Cuando los romanos conquistaron a los celtas transformaron sus tradiciones en cristianas, estableciendo el 1 de noviembre como Día de Todos los Santos (all Hallow’s eve). De ahí el nombre de Halloween.
EL PASAJE DEL TERROR DEL DUQUE, POR EL AMPA.
Halloween llega al Duque
EL CORAZÓN DE SEVILLA LA NUEVA (CUENTO DEL DUQUE)
LA AGRADABLE SOMBRA DEL DUQUE
Todos sabemos de la suerte que tenemos de pertenecer al Duque de Rivas. Tenemos unos niños estupendos, unos maestros alucinantes, una directiva impresionante, unos padres a la altura, pero si hay algo en lo que más unanimidad encontrarás será sin duda en la figura clave de este cole. Todos lo sabemos, los niños del cole, los profes, los padres… Todos queremos a Carlos.
DESDE AQUÍ, DESDE EL BLOG DEL AMPA DEL DUQUE, LE QUEREMOS MANDAR (TODOS LOS PADRES DEL COLE) UN FUERTE ABRAZO A ALGUIEN QUE SIEMPRE ESTÁ AHÍ, SIN HACER RUIDO, PERO HACIENDO TODO MUCHO MÁS FÁCIL.
GRACIAS CARLOS (el mejor conserje, y mejor persona)
TE QUEREMOS Y NO HAY DÍA QUE NO VALOREMOS TU TRABAJO, TU CARIÑO Y TU DEDICACIÓN!!!
EL MOMENTO DE LA ENTRADA AL COLE
CUENTO PARA LOS NIÑOS DEL DUQUE: LA NIÑA QUE ERA MÁS FELIZ CUANDO NO SABÍA TANTO
Cruceta era simplemente una niña. Así, sin más. A algunos el hecho de que lo fuera le parecía poco, pero para ella era mucho. En realidad para ella lo era todo… al menos por esa época. ¿Y por qué era tan importante para Cruceta seguir siendo una niña? Difícil pregunta ¿verdad? Para responderla ella no tenía más que observar la cara de su papá, de su mamá, o de sus abuelos, mientras intentaban explicárselo.
Ninguno de ellos lo sabía explicar – al menos con palabras – pero en su cara se dibujaban miles de sonrisas llenas de melancolía.
– No dejes de ser una niña nunca – era lo que terminaban diciéndole todos, lo que la hacía sentir más dichosa aún.
Pero bueno… volvamos a lo nuestro, que no es otra cosa que la historia de nuestra amiga y protagonista de esta bonita historia.
Como ya he dicho antes Cruceta era una niña normal.
Como el resto de los niños y niñas de su edad, se levantaba todas las mañanas en su pequeña cama para ir al colegio.
Sí, a Cruceta le gustaba mucho ir al cole, al aula de infantil, con su “seño”, a la que adoraba.
Y si le gustaba tanto era porque su cole no era sino una prolongación de su propia casa. Su clase era como una habitación más. Allí tenía también un baño como el de casa, y disponía también de muchos juguetes para compartirlos con Alejandro, con Manvel, con Bilal, con Eva o con David.
Las mañanas de Cruceta eran mañanas llenas de alegría, como así tendría que serlo durante el resto de su vida.
Hacer fichas junto a Sofía era algo que le hacía sonreír sin poder disimular.
Jugar con plastilinas mezcladas con las manos de Aurora era – como ella decía – un gustazo.
Y hacer dibujos con Tania y Mario era como colorear en la mesa de su dormitorio.
Estar en el patio del Duque de Rivas era como jugar en la plaza de los Arcos con Daniela, o en el parque del Olivar con Álvaro.
Y para colmo, su profe – la gran Ester- era como una amiga más, pero mucho más alta y mucho más guapa. Y además…
¡lo sabía todo!
Pero allí Cruceta disfrutaba de otra inmensa suerte. Cruceta podía compartir mañanas repletas de juegos y músicas con tantos otros amiguitos, deseosos tan solo de disfrutar y compartir.
Y si todos estos niños eran inmensamente felices era precisamente porque todos eran amigos. Ni más ni menos.
Sin duda, era en brazos de ese noble sentimiento descansaba su felicidad.
Cruceta jugaba un día a la pelota con Dominic, marcando goles e imaginando que era una delantera del Sevilla.
Otro día se divertía lanzando pelotazos junto a Bushra a diestro y siniestro… ¡Si las paredes del Duque de Rivas pudieran hablar!
Otro día echaba carreras con Eva, o hacía comidas con Elsa, o luchaba junto a Álvaro, como si fueran dos pokemon.
Otro día era cocinera junto al chef Bilal… Nada como la arena rojiza del patio para hacer pasteles.
Con ayuda de hierbas preparaban también elegantes ensaladas adornadas con pétalos de flores silvestres.
Otro día podía ser también una policía en compañía de Alejandro, o bombero en compañía de Noura… incluso podían ejercer de ladrones. Un día uno… otro día otro.
También, esas mañanas, compartía lápices de colores y hojas desnudas con Mariana, que no tardaría en marcharse para volver a su país, por culpa de eso a lo que sus papás llamaban “crisis”.
También compartía baño con Alejandro Asensio,o con Eva, y dormía ricas siestas de algodón abrazada a Alejandro Fernández o a Elsa.
Pero, un buen día, alguien se empeñó en que nuestra amiga Cruceta se hiciera mayor y abandonara su feliz mundo de fantasía.
Unos dedos señalaron a su amigo Dominic. Y la boca de esos dedos gritaron un extraño nombre que Cruceta no supo identiicar
Ese es EXTRANJERO – oyó.
¿Exrtran… qué? – pensó Cruceta, extrañada al ver la cara que ponía esa persona que le llamaba así. Aun sin entenderlo, nuestra amiga Cruceta supo que esa palabra no era nada bueno, al menos para el que la pronunció.
– ¿Extranjero? – volvió a pensar.
Dominic no era eso. Dominic era su amigo.
Otros quisieron que Noura dejara de ser su amiga adorada para convertirse en eso que llamaron una mora.
¿Una mora? – pensó más extrañada aún – ¿y eso qué será?. Noura no era ninguna mora… Noura era su amiga.
También le dijeron que ya no podía ir al baño con Álvaro, ni con Alejandro… En cambio sí podía seguir yendo con Eva.
¡La pobre Cruceta no entendía nada!.
Hubo hasta quien le insinuó que las niñas jugaban con las niñas, y que, por lo tanto, los niños solo jugaban con los niños.
¡Qué cosas más raras! – pensó la incrédula Cruceta. A ella le gustaba jugar con sus amigos… ¡con todos!.
¿Niños? ¿niñas? ¿extranjeros? ¿moros?
Cruceta no entendía nada de nada… pero tampoco quería hacerlo.
Ella era más feliz cuando Dominic no era extranjero, sino su amigo.
Ella era más feliz cuando Noura no era mora, sino su amiga
Ella era más feliz cuando no había niños y niñas, sino amigos.
Ella era infinitamente más feliz cuando las diferencias con sus amigos las marcaba no el color de su piel, ni de sus ojos, ni de su pelo, y mucho menos el lugar donde habían nacido, sino las ganas que tuvieran o no de jugar con ella.
Ella quería más o menos a sus amigos por lo bien que estuviera a su lado. Y con unos prefería jugar a pelota, con otros a pintar, con otros a ir al baño, con otros a echar la siesta…
Todos eran iguales, pero todos eran diferentes.
Cruceta ya sabía de antes que no todos eran iguales. Lo que no sabía – y ojalá no se lo hubieran enseñado – es que había diferencias más allá de los propios rasgos o las ganas de jugar que tuvieran.
A pesar de eso ella tomó una decisión. Ella seguiría viendo a sus amigos como lo que siempre habían sido… ¡Sus amigos!
Esos chicos y chicas eran sus amigos, y para eso no hacía falta haber nacido en el mismo lugar.
Su misma hermana había nacido en Sevilla la Nueva y ella en Motril… ¿Acaso sus papás podrían querer a una más que a otra? ¿y por qué tenía que hacerlo ella?
Tampoco importaba tener el mismo color de ojos. Ella no lo tenía igual que su prima Marina, a la que adoraba… entonces ¿por qué iba a ser diferente si se tenía diferente color de piel?
Y mucho menos importaba el ser más guapo, más alto o más listo.
Y colorín colorado
De amigos me he llenado
Y colorín, colorete
Si no te gustan… vete
Las pistas del Duque
Médicos, futbolistas, bailarines, soňadores y todo tipo de príncipes y princesas comparten a diario los patios de nuestro querido Duque…
Es la magia del Duque. Un día su patio es un palacio, otro es el mismo Santiago Bernabéu, otro una selva, otro un hospital, y siempre un maravilloso colegio…
¡Que eso no cambie nunca!