HALLOWEEN EN EL VIEJO CASERÓN DEL SEÑOR DUQUE DE RIVAS

La imagen puede contener: árbol, planta, cielo y exterior

Halloween en el Duque

Treinta de Octubre de dos mil diecinueve en Sevilla la Nueva. El viejo caserón donde siempre convivió el viejo Duque de Rivas está preparado para celebrar un macabro y extraño día. Ese día ha amanecido nublado, frío, y con sonidos extraños por todos los rincones del viejo caserón. Las hojas esconden misteriosos bichos que esperan para atacar a los habitantes del lugar, pero el viento no se lo permitirá. Los maestros, los únicos adultos a los que se les permite el paso allí, no son los mismos de siempre… ¡Algo extraño pasa con ellos! Todos y cada uno de ellos – y de ellas, que son mayoría -parecen otros en este día… Pareciera que, en lugar de humanos, fueran fantasmas. Si no fuera por esas amplias sonrisas y esos enormes corazones que no dejaban de latir así parecería… ¡Pero todos sabemos que si un corazón late no puedes estar muerto!

Los pequeños habitantes de aquel lugar andan revueltos, asustados, y muy nerviosos. Esa mañana no es como las demás. Sus uniformes están rasgados, manchados de sangre y telarañas, e incluso algunos han adelgazado tanto que son todo huesos…

El viejo caserón del Duque de Rivas da miedo ese día. Y no es para menos, porque aquellos que allí conviven saben que, en este día tan especial, algo “muy gordo” va a ocurrir. Lo sabe María José, lo sabe Jesús, lo sabe José Carlos, lo sabe la maga Cristi y las maestras de infantil, lo sabe Ana y los profes de inglés, lo sabe Belén, lo sabe Juanjo y los demás maestros de primaria,y, sobre todo, lo sabe el que tiene las llaves de todo: nuestro querido Carlos: Ellos saben que, ese día, todos van a morir en el Duque…

¡Todos van a morir de risa!

¡Viva el Duque!

Y recordad, queridos niños del Duque, por la tarde hay una fiesta, un pasaje del terror, en el pabellón donde hacéis deporte a diario… ¡No tengáis miedo aunque no esté Belén! Los monstruos son papás y mamás disfrazados para haceros pasar un día muy especial: justo el que os merecéis. Ellos se merecen también que todos acudamos, y, de paso, ayudamos a nuestro querido Marcos (toda la recaudación – 2 euros la entrada – irá donada para su maravillosa campaña, que es cosa de todo el pueblo, y no solo del cole)

AMIGUITO DEL DUQUE, ¿SABES CÓMO SE LLAMA LA CALABAZA DE HALLOWEEN?

No todo el mundo lo sabe, queridos amiguitos del Duque, pero parece ser que nuestra amiga la calabaza no fue siempre la protagonista de esta noche de Halloween. Cuando los irlandeses llegaron a EE.UU. e trodujeron la fiesta de la Noche de las Brujas, también se llevaron consigo lo que sería el símbolo más famoso de la noche de Halloween: la Jack-o-lantern (la calabaza hueca con una vela dentro).

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Esta tradición viene de una leyenda irlandesa: Por lo que se cree había en ese pueblo un tal Jack que era la persona más mala imaginable – el mal en persona- y cuando se murió se le prohibió la entrada tanto al Cielo como al Infierno. Desde entonces es condenado a vagar por el mundo buscando una entrada a uno de los dos sitios con la única ayuda de una col con una vela dentro.

Los irlandeses americanos cambiaron la col por la calabaza, porque tenían más a mano. Y así ha llegado hasta nosotros nuestra ya «archiconocida» Jack-o-lantern.

Otra de las versiones cuenta que Jack engañó al Diablo haciéndole subir a un manzano, y luego puso rápidamente cruces alrededor o talló una cruz en el tronco, para que el Diablo no pudiera bajar.

Otra versión del mito dice que Jack estaba siendo perseguido por algunos aldeanos a quienes había robado cuando se encontró con el Diablo, quien le dijo que había llegado el momento de su muerte. Sin embargo, el ladrón retrasó su suerte tentando al Diablo a castigar a los aldeanos que le perseguían alegando que eran fieles a Dios. Jack le dijo al Diablo (quien podía adoptar cualquier forma) que se convirtiera en una moneda con la cual pagaría por los bienes robados; después, cuando la moneda/Diablo desapareciera misteriosamente, los aldeanos se pelearían entre sí para averiguar quién la había robado. El Diablo accedió a la propuesta: se convirtió en una moneda de plata y saltó al saco que Jack llevaba, solo para encontrarse junto a una cruz que el ladrón también había robado en la aldea. Jack cerró bien el bolso y la cruz privó al Diablo de sus poderes; .

querido colegio DOS PUNTOS

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Querido Duque de Rivas:

Ojalá dejes que siga siendo niña un año más, junto a sus amiguitos, que no son ni de aquí, ni de allí, ni de un género, ni de otro; yen su patio, donde puede ser lo que quiera ser; o en su aula, donde puede pensar como quiera pensar… Ojalá siga así siempre, aprendiendo y divirtiéndose, y volando, y no se convirtiera en alguien mayor tan pronto, como han hecho con nosotros a lo largo de la historia.
Por eso, desde aquí, como padre, y como hijo que fui, maldigo a ese que hizo ley eso de vivir siempre con los pies en la tierra.

Querido Duque, sé que tú sí que dejarás a tus niños soñar, y volar, y que no cortarás una sola de sus muchas alas.

¡Feliz curso!

«EL PATIO DEL DUQUE»

– ¿Esa niña es rumana?
– no mamá, esa niña es Camelia. Está en mi cole
– pero es rumana ¿no?
– que no mamá, que se llama Camelia…

Imagen relacionadaCamelia era una niña extrañamente feliz. Camelia vivía en un pequeño pueblo que se llamaba Sevilla la Nueva, pero había nacido, como toda su familia, en un país muy lejano. Camelia era más afortunada que otros niños de su edad porque, a pesar de haber nacido en un país distinto del que vivía, al menos era de la misma raza que la de los que allí vivían… Por suerte en el cole donde estudiaba eso no era un problema… Sus compañeros de clase – y de patio – no sabían de donde era ella, como tampoco sabían de donde eran los demás… ¡A nadie le importaba eso para jugar mejor a los SuperZings, al torito, a pilla-pilla, o a los superhéroes!

Lo que Camelia no sabía, y puede que tampoco muchos de los niños que estaban en ese colegio, era que todos y cada uno de los allí presentes eran de un sitio distinto… Cada uno había nacido en una casa diferente, en una calle diferente,  casi todos en una ciudad diferente, algunos en un país diferente,  y todos con unos padres diferentes… Y esa era la magia de aquel colegio tan bonito: que todos eran tan diferentes como iguales, y allí dentro no había extranjeros, ni astronautas, ni negros, ni científicos, ni moros,  ni pescadores, ni ateos, ni cristianos, ni andaluces, ni ratones de biblioteca, ni gallegos, ni pilotos de f1, ni catalanes, ni maños, ni poetas, ni alcorconeros, ni políticos, ni motrileños… En aquel maravilloso patio ni siquiera había adultos, y esa era su verdadera suerte.

Allí, en ese patio, todos eran hijos de un dios mayor: la amistad verdadera, esa que solo saben ver los niños cuando no les intoxicamos los mayores.

 

Josa y sus cuentos.

MERCADILLO DE NAVIDAD, DÍA 20

20160626_091532.jpgEL PRÓXIMO DÍA 20 DE DICIEMBRE SERÁ EL MERCADILLO DE NUESTRO COLE.

PAPÁS, MAMÁS, DUQUITOS, DUQUITAS…. ¡TRAED JUGUETES, LIBROS, DISCOS, Y TODO AQUELLO QUE QUERÁIS COMPARTIR CON VUESTROS AMIGOS!

TODO SE VENDERÁ A PRECIOS DE NIÑOS. SÍ, DE NIÑOS. LA IDEA ES QUE ELLOS COMPARTAN SUS COSAS, COMPREN LAS DE ALGUNOS AMIGOS, Y QUE ESE DINERO NOS SIRVA PARA HACER COSAS QUE NECESITAMOS EN NUESTRO ESPUPENDO COLE Y QUE «LA CRISIS» NO NOS QUIERE CONCEDER.

¿OS APUNTÁIS?

PODÉIS DEJAR LAS COSAS EN EL PABELLÓN DE DIRECCIÓN, O ENTREGAR A NUESTRO GRAN CARLOS.

¡GRACIAS CHICOS Y CHICAS!

LAS MEJORES AMIGAS DEL PATIO

Aiti y Afri, por primera vez en sus cortas pero intensas vidas de colegio, no compartían clase. Una estaba en primero A, y la otra en primero B.
¿Que si eso supuso un problema entre ellas? Bueno, sí, quizás el primer día que llegaron al cole después de las vaciones… Pero sólo ese día. Aiti y Afri comprendieron que los verdaderos amigos se hacen en el patio, y, sobre todo, se llevan en el corazón…
-¿No te apetece liarla, Afri? – preguntó Aiti, situada con brazos en jarra frente a esos dos charcos que parecían provocarlas?
– sí… Creo que sí – dijo Afri sonriendo maliciosamente a su amiga
– pero… ¿Y esos zapatos nuevos? ¿no te regañarán?
– sí, supongo que sí, pero ¿sabes? mañana ya no serán nuevos de todas formas… Me meta en el charco o no
– tienes razón – dijo Aiti, sonriendo a su amiga y cogiéndola de la mano
– ¿lo hacemos? – preguntó Afri a su amiga
– sí, pero espera un momento
– ¿qué pasa?
– no sería buena amiga si no te dejara elegir el charco – dijo Aiti separándose del suyo mientras observaba a Afri- ¡venga, elige, amiga!

Afri se quedó en el que le había tocado. Su amiga se había colocado primero, y si se había puesto en ese lugar sería por algo… ¡O no! ¿Para qué cambiar? Las dos niñas se dieron la mano, cerraron los ojos, y la sirena del final del recreo sonó…

¡Menuda regañera les cayó!